No sin escándalo y agazapados como trémulos deseos incumplidos, como insistentes aspiraciones fallidas, esos secretos medran y pululan en zonas de la memoria destinadas a relegar eventos reticentes a la evocación jubilosa: actos afines a la venganza, la furia incontenible de la culpa o el resentimiento, el mecanismo insidioso de una afrenta.
No obstante, empecinados con nuestro vanidoso logocentrismo, soslayamos el universo que subyace más allá de lo que vemos, de lo que nuestros rudimentarios sentidos nos permiten aprehender y llevar al río del lenguaje.
Y sólo en ocasiones la mirada deslumbra la obstinada obscuridad de lo oculto, y entonces el mundo puede dar un vuelco que trastoca el rumbo del curso de las cosas de un modo radical.
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Todos los derechos reservados. ©Marco Gutierrez Durán
1 comentario:
Cuando Espósito le dice a Inés que en ocasiones sería mejor que los ojos no hablaran, las miradas de ambos dicen muchas otras cosas. Lo interesante para ellos es que lo sienten de manera natural, casi imperceptible, a través del tiempo.
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