sábado, 24 de septiembre de 2022

LA VIDA ESCRITA DE JAVIER MARÍAS

Tras el inesperado éxito mundial de la novela Corazón tan blanco en 1992, y entre la publicación de su siguiente novela que terminaría por llevarlo a su consagración como novelista de culto, Mañana en la batalla piensa en mí (1994), Javier Marías publicó Vidas escritas (1992, y su reedición en 1999), un libro de difícil clasificación, aunque a fin de cuentas es un volúmen de breves biografías, donde juega a tratar a escritores famosos de la literatura mundial como a personajes de ficción a través de la narración de algunos episodios de sus respectivas vidas, de ninguna manera exhaustiva, sino a través de la compilación minuciosa de algunos datos fragmentarios, a veces extravagantes que por ello uno pensaría que fueron inventados, sobre sus modos de ser como individuos únicos que nos acercan al ser de carne y hueso y alma, que a veces se nos olvida, también son esos personajes célebres de las letras: manías y antipatías inofensivas, hábitos inflexibles, excentricidades insospechadas, episodios cómicos o trágicos sobre sus vidas o anécdotas inverosímiles, aficiones pintorescas, rasgos inimaginables de la personalidad. Todo este conjunto, aunque parcial, de elementos biográficos, ofrece un retrato de cada escritor y escritora que lleva a concluir que “la mayoría fueron individuos calamitosos; y aunque seguramente no más que cualquiera otro de cuyas vidas supiéramos, su ejemplo no invitará en exceso a seguir la senda de las letras.” El criterio de elección de los autores fue arbitrario, abarcaba distintas nacionalidades e idiomas, y la única condición que se impuso fue que todos estuvieran muertos y que no fueran españoles. “Lo que cuenta este libro son vidas o retazos de vidas estrictamente…con una mezcla de afecto y guasa”, lejos de la hagiografía y la solemnidad en que suelen incurrir este tipo de libros, Marías se autodescribía más bien como un biógrafo improvisado, ocasional y sesgado. No consistía en ser un libro de crítica literaria académico, Marías le dio a esos escritores un tratamiento literario como divertimento, un acercamiento poco serio, pero acorde con la forma en que estos mismos escritores se daban a sí mismos, por lo que el lector no encontrará juicios sumarios o académicos acerca de las obras de tales autores, sino más bien una especie de discreto homenaje a través de la escritura misma.


Marías juega a pensar y a narrar como personajes de novela a veintiséis escritores y escritoras 

que forman parte de sus propias debilidades literarias como William Faulkner, Joseph Conrad, 

Henry James, Robert Louis Stevenson, Vladimir Nabokov, entre otros.

¿Qué pasa con los escritores después de muertos? ¿podrían convertirse en personajes de ficción aunque figuren como protagonistas de sus propias biografías o autobiografías? ¿Podrían ser tratados como personajes de ficción una vez que han dejado de existir? ¿Nuestra propia extinción no nos conduce de forma automática a convertirnos en entes únicamente narrativos? ¿Qué inquietud reflexiva nos despierta el título de su libro: Vidas escritas? 

¿Es un oxímoron, o suena a una sutil contradicción? Se vive o se escribe sobre esa vida, o ¿puede existir una vida por escrito? La respuesta se encuentra y la disolución de la contradicción ocurre cuando la persona ya ha muerto, ya que –en el último de los casos– el espesor vital de una existencia se diluye con la muerte y la permanencia de la persona se logra con la escritura de su biografía. Si los individuos nos extinguimos biológicamente y los autores se disuelven en la escritura, y se convierten en mero lenguaje escrito o en personajes conformados por signos lingüísticos, y su vida narrativa en algo aún más espectral que cuando estaban vivos, ¿cómo podemos restituir esa doble muerte, la biológica y la discursiva? 

El gesto biográfico y autobiográfico de los autores parecería destinado a restituir esa doble muerte, la biológica y la discursiva, al perpetuar siquiera sobre el texto el breve rumor del nombre, o al hacer coincidir al sujeto que escribe con el sujeto-personaje  que describe su propia vida o que describen como personaje.

En Vidas escritas, los escritores se convierten en personajes, Marías los traslada al mundo de la palabra escrita como una biografía mínima, los traslada a ese espacio de juego literario donde interactúa lo real y la ficción, o lo que se consideraba como real ahora podría ser ficticio. La biografía misma como si fuese una ficción, lo vivido convertido en relato. En su siguiente proyecto novelístico, Negra espalda del tiempo (1998) el propio Marías explora y lleva al límite de lo posible, el tema de la forma en que la ficción afecta a la realidad de las personas, y la forma en cómo estas, e incluso el autor, se convierten en fantasmales personajes literarios. Descrita por el propio Marías como una ´falsa novela´, o bien una novela que no es ficción, y en estas fascinantes ambigüedades poéticas, el texto oscila en la zona fronteriza y desdibujada entre la ficción y la realidad, entre lo imaginario y lo autobiográfico, y en la narración esta diferencia acaba por difuminarse. 

La frase ´negra espalda del tiempo o revés del tiempo´ es la forma poética que alude a esa zona temporal indeterminada donde todo confluye, que podría ser el pluriverso de la escritura: lo acaecido y lo no ocurrido, lo que no ha existido y está por venir todavía, lo real y lo ficticio, lo ocurrido que a la distancia parece ficticio como las vidas narradas en Vidas escritas

Javier Marías murió el domingo 11 de septiembre de 2022, por una neumonía causada por un nuevo virus detectado por primera vez en China en el invierno de 2019, al cabo de dos meses, el mundo enfrentaría una de las pandemias más prolongadas y letales de la historia. 

La muerte de un escritor es un fin del mundo, de su mundo, diría Derrida, ya no habrá libros nuevos para esperar, un silencio estridente y futuro de nuevas obras, un acontecimiento que confirma una de las certezas más atroces y bellas del universo literario: muerto el autor en la opacidad de su física, ya no habrá más libros nuevos, y sólo nos queda el consuelo, en el frenesí de la relectura, de su centelleante metafísica.

Está por redactarse la vida escrita de Javier Marías. El escritor convertido en personaje, disuelto del mundo físico para fundirse en el mundo del lenguaje, en el fantasmal universo de la palabra escrita, de los infinitos relatos que comenzaran a poblar el mundo sobre la consternación que causa su extinción biológica, como un exiguo intento de construir su vida escrita. Al final sólo quedará nuestra vida por escrito, y a veces incluso, ni siquiera eso.


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